Las cataratas del Niágara, las más grandes de Norteamérica,
entre Estados Unidos y Canadá, fueron admiradas desde sus primeros pobladores,
nativos americanos.
De su nombre local “Onguiaahra” a evolucionar tras la influencia
inglesa, a la denominación que conocemos ahora como “Niágara”; De
aprovechamiento para la agricultura de las primeras tribus a obtener rendimiento
hidroelétrico, una maravilla natural con mucha historia, constituyéndose como
una de las primeras atracciones turísticas a ambos lados, americano y
canadiense.
Desde su origen, hay que remontarse después del período de
glaciación, las cataratas del Niágara siempre han estado sujetas a cambios constantes,
derrumbes, erosión, renovaciones artificiales, hasta llegar a la actualidad, Niagara
Falls.
En el lado americano la altura de caída del agua es inferior
al lado canadiense, cambiando también su forma en esta parte, como una
herradura, horseshoe.
Es una gran atracción turística en la que fluyen sus aguas a
la par que la actividad industrial, la belleza natural y el beneficio unidos.
Gran parte del río Niágara fluye debajo de las cataratas, por
medio de inmensos túneles en dirección a centrales hidroeléctricas, continuando
su belleza natural a pesar del agua desviada.
Un equilibrio imprescindible, los valores naturales con el
aprovechamiento de la energía que nos brinda La Naturaleza.
En el siglo XIX Niágara fue designado primer parque estatal
del país, aumentando el número de visitantes.
La intervención humana no puede dominar La Naturaleza, sí colaborar
con ella, nunca someterla.
Las cataratas son un símbolo que tuve el privilegio de conocer
durante primavera, en ambos lados,
americano y canadiense, tras una noche nevando, el espectáculo de nieve, agua, rocas,
sonidos estaba servido, sólo era disfrutarlo para recordarlo siempre.
Enlace de interés: https://www.niagarafallsstatepark.com/
viajarconrosana.blogspot.com