miércoles, 24 de julio de 2024

TÁNGER, ENTRE AFRICA Y EUROPA; Por Rosana Saburo

Tánger, donde se funden los dos mares, Atlántico y Mediterráneo, ofreció a lo largo de siglos, el reclamo perfecto para convertirse en punto estratégico, no sólo geográfico y comercial, también ciudad inspiradora para artistas que sintieron atracción por una ciudad costera, tan especial, que muchos decidieron quedarse hasta el final de sus vidas.

Con el ferry Tarifa-Tánger la llegada a Tánger fue en menos de una hora y la mejor forma de sentir el centro de la ciudad, era caminar desde el puerto al centro, por las laberínticas callejuelas, que todavía desprendían olores a los coletazos de la pasada Fiesta del Cordero, en la que se mantuvo la tradición del sacrificio de un animal.



De paso, una parada imprescindible en una antigua pastelería, para saborear un pastelito de sémola, almendra y muchos más ingredientes, observando el movimiento incesante de gente en la estrecha calle, donde sorprendentemente cabían vendedores de frutas, exponiendo cuidadosamente higos y brevas.

Las plazas y zocos mejor esperarían a la jornada siguiente; Primeramente, no podía faltar el desayuno, por supuesto, marroquí, imprescindible con té moruno, mermeladas, y en la azotea, un lugar perfecto para esta primera comida del día.

La ciudad en la parte alta mostraba la Kasbah donde se ubica la alcazaba del siglo X y desde donde se disfrutan panorámicas estupendas de Tánger y Tarifa al frente.

En los zocos, Grande y Chico, se podía elegir entre muchos productos, también cafeterías y restaurantes.

La zona de playas, conformaba la parte nueva, hacia la bahía, con muchos elementos modernos, como las fuentes transitables, de noche todo espectáculo de luz y música, además de espacio para juegos de pequeños y mayores.

Y el domingo amanecía Tánger con productos del campo, sus gentes vestidas con ropa local, muy colorida, bajaban a la ciudad para la venta de verduras.

Pero presté atención especial al queso fresco, llamado Jben, de leche de cabra, sobre hojas de palmeras, producto vendido por mujeres con grandes sombreros de paja.

Tánger, ciudad de todos y de nadie, abierta, difícil de describir, hay que vivirla para empaparse de su cultura.  

Enlace de interés: https://www.visitmorocco.com/es

viajarconrosana.blogspot.com

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