Desde las terrazas escalonadas del Café Hafa en Tánger, las vistas imponentes del Estrecho de Gibraltar eran magníficas, uno de los pasos naturales mas importantes del planeta, que a su vez facilitaba la travesía de cargueros repletos de mercancías, asegurando la actividad comercial marítima desde el Atlántico hacia Oriente.
Podía parecer a simple vista un espacio reducido, de tan sólo 14 kilómetros de ancho entre Europa y África, pero era un enclave rico en vida marina, con múltiples especies registradas, una jungla boscosa bajo el agua.
Los avistamientos en la zona del Estrecho de cetáceos, delfines, ballenas, grandes peces luna, tortugas son frecuentes, las migraciones de aves constantes, un escenario que si imagináramos seco, antes de inundarse por las aguas del Atlántico, sería rico también en picos, valles, montañas, un paisaje increíble de relieves, que nos muestra la actividad continua de placas terrestres.
Las mezclas de aguas mediterráneas y atlánticas conforman un tipo de ecosistema único para la vida marina, más salinas las mediterráneas, a diferencia de las atlánticas, con menor salinidad, más rápidas y ágiles.
Sin embargo, este paso natural vive bajo presiones y amenazas constantes, paso de buques, contaminación atmosférica, sobrepesca, peligro de entrada de especies invasoras, vertidos de combustibles, presión constructiva, manteniéndose el pronóstico de aumento del nivel del mar.
Todas las figuras de protección son pocas para este tesoro marino del Estrecho, Zona de Especial Conservación (Z.E.C.), Zona Especial Protección de Aves (Z.E.P.A.), Lugar de Importancia Comunitaria (L.I.C.), Reserva de la Biosfera, Intercontinental del Mediterráneo España-Marruecos, porque los peligros, presiones y problemas sobrevenidos son continuos.
Medidas, iniciativas, propuestas de conservación para este parte del planeta tan sensible, que demuestra la complejidad y diversidad biológica del espacio marino, que no olvidemos, cubre más del 70% de la superficie de La Tierra.
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