Desde Tenerife en ferri, rumbo a la isla de La Gomera; A la
llegada se perfilaba la capital San Sebastián de La Gomera con casitas bajas,
típicas de las Islas Canarias, tocaba desembarcar el coche y ponerse rumbo
hacia el norte, Vallehermoso, lugar del alojamiento.
Desde el primer momento La Gomera se mostraba escarpada, con caseríos diseminados, donde la naturaleza volcánica ha quedado erosionada, sin actividad explosiva en más de tres millones de años.
En Vallehermoso los palmerales se combinaban con casas más
nobles, donde la madera era muy visible; El antiguo pescante del siglo XX traía
estampas anteriores de la salida de productos de la isla hacia el exterior, como
el plátano o la miel de palma.
Los miradores se sucedían a lo largo de toda la isla, y era
aquí donde se podía disfrutar de la tranquilidad y los sonidos naturales.
Los accesos difíciles ayudaron a que La Gomera se
mantuviera más intacta, donde los amaneceres son protagonistas en la parte
norte de la isla y los atardeceres en la sur.
Mención especial al municipio de Agulo con miradores
naturales y otros edificados por la mano humana, como el Mirador de Abrante, de
suelo de cristal.
Pero donde me recreé fue entre nieblas y humedades, en un
ambiente mágico en el Parque Nacional Garajonay, donde los bosques de
laurisilva se alimentaban de gotitas de agua, vapores y vientos.
El misterio estaba garantizado en este Parque Nacional
catalogado como Patrimonio de la Humanidad, donde los tesoros en flora y fauna
estaban asegurados.
La red de senderos facilitaba adentrarse en la isla que
puede presumir de contar con costa virgen y numerosos espacios naturales
protegidos.
También desde el mar La Gomera ofrece la posibilidad de contemplar
cetáceos, ballenas, delfines.
De su proximidad con África, esta isla se impregnó de su
cultura y pueblos, aunque sus orígenes sean difíciles de concretar, los
primeros pobladores utilizaban el Silbo Gomero, valorado en la actualidad como Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Viajar y visitar La Gomera fue profundizar en la naturaleza
exuberante, con distintos perfiles, desde bosques a riscos desnudos, mostrando una
cultura llena de leyendas, como la de los enamorados de Gara y Jonay, que se
enamoraron en el primer instante.
Enamorada de La Gomera, regresé de la isla.
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interés:
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