viernes, 12 de abril de 2024

NUEVA YORK, DESCUBRIENDO LA GRAN URBE; Por Rosana Saburo

 

Nueva York fue la puerta de entrada a la segunda visita a Estados Unidos, una gran urbe, conocida, famosa, muy filmada, con grandes símbolos, la ciudad que se reinventa para continuar siendo la más diferente.

Uno de sus símbolos es La Estatua de la Libertad, ubicada en La Isla de la Libertad, Liberty Island, su silueta desde el ferry gratuito que une Manhattan y Staten Island era grandiosa, aunque otras miradas viajeras dicen que a distancias cortas es muy distinta.

Aunque los recorridos, durante la estancia en Nueva York, no sólo se centraron en Manhattan, valorada como el centro de Nueva York, muchos enclaves y actividades se concentran en este distrito.

Los paseos en Central Park, el área campestre de la gran ciudad desde el siglo XIX, conectaba naturaleza y visitas, muy cerca de grandes construcciones y equipamientos, en pleno centro, un espacio también para la vida de animales.

Con una amplísima oferta de museos, el Museo de Historia Natural, centró las tres visitas realizadas a última hora de la tarde, impresionantes fueron los esqueletos de grandes dinosasurios, como el Tiranosaurio Rex, con más de 37 metros de largo.

En Times Square las luces de anuncios publicitarios digitales  transmitían un ritmo trepidante, animación en la fila de gente para comprar entradas, del desorden aparecen personajes, como un vaquero, cowboy americano, el entretenimiento estaba garantizado.

Rascacielos, la gran urbe hacia arriba, las primeras torres de edificios más bajos contrastaban  con los modernos, el negocio de los miradores, las experiencias inmersivas, todas las opciones para contemplar las panorámicas de Nueva York en altura.

Un edificio muy valioso, remodelado, la Estación Central, la Grand Central Station, con  entrada principal apoteósica, como si fuera una espectadora, desde el piso superior, observando el trajín de los viajeros, parecía que estaba viendo una de tantas historias filmadas.  

La primavera en Nueva York fue fría, al menos durante el viaje, pero sin duda, había que caminar y recorrer la ciudad todo lo que se pudiera y el  Puente de Brooklyn no podía faltar, cuanta historia en el que fue en su época, el siglo XIX, el puente colgante más largo del mundo.

En el Distrito financiero, las emociones, el recuerdo del ataque del 11 de septiembre de 2001, con el resurgir del agua en los espacios de las extintas torres, los nombres de las personas fallecidas, algunas rosas colocadas en el monumento y muy cerca el edificio inmaculado, color blanco del  Oculus, una central de transportes.

La historia continúa su curso, de la llegada de numerosos inmigrantes en los islotes cercanos al puerto de Nueva York, desde el  siglo XX a nuestros días, la gran urbe es testigo de sus posibilidades, expectativas, una gran ciudad llena de dinamismo, incansable.

Pero me quedo con los miradores a pie de suelo con vistas a New Jersey,  con la ciudad que da prioridad a los peatones, que apuesta por muelles renovados,  con un sinfín de programas culturales, con edificios que coexisten, los de piedra y los de cristal, con nuevas formas, como en el  Museo de Historia Natural, el Gilder Center, que recuerda los huecos y  esculturas naturales que realiza el agua sobre rocas, en definitiva, un  Nueva York repensándose.

Enlace de interés: https://www.nyc.gov/

viajarconrosana.blogspot.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

AMPUDIA, ESENCIA MEDIEVAL; Por Rosana Saburo

  En la comarca de Tierra de Campos, provincia de Palencia , Ampudia mantuvo lo fundamental de su historia, elevándose incluso a la declara...