Más de 20 kilómetros de caminata fue la mejor forma de conocer una de
las ciudades más seductoras, San Francisco.
A primera hora de la mañana, mapa en mano, primeramente había que situarse
correctamente sobre el papel, comenzaba la caminata, las calles rectas, aceras
escalonadas, pero nada más comenzar la
marcha los desniveles se sucedían, uno tras otro.
El tranvía aparecía en el paisaje urbano, sin puertas, moderno, pero a su vez de
madera, que hacía retroceder a épocas pasadas.
En el distrito financiero se perfilaban los grandes rascacielos, entre calles que
subían en línea recta, que a simple vista, se perdían por lo empinadas que
estaban, un entramado urbano que parecía sin fin.
En 1906 el gran terremoto y potente incendio devastaron San Francisco
casi por completo, la ciudad tuvo que reconstruirse, con miradas a otros
edificios de su entorno próximo, en grandes ciudades de la época, como Nueva York o
Chicago.
Las viviendas de estilo victoriano, colores llamativos, exhibían un tipo de arquitectura que se utilizó en una etapa de esplendor económico y cultural, pero sin duda, estando muy presentes, elementos como escaleras de evacuación y bocas de riego contraincendios.
Las colinas de la ciudad lucen zonas verdes en las que era frecuente ver la práctica de yoga y otros deportes orientales.
Los jardines se elevaban, con buenas panorámicas,
se alcanzó ver el símbolo de la ciudad, El puente Golden Gate, Golden
Gate Bridge.
A mediodía la caminata se situaba en los miradores de Parque Presidio, con espectaculares vistas del puente Golden Gate, la bahía de San Francisco y
el océano Pacífico, pero durante una hora la niebla impidió ver el puente en su
totalidad, poco a poco el sol se impuso, dejando paso a un día luminoso.
Desde su inauguración en 1937, el puente de Golden Gate, es la entrada por excelencia de la ciudad, la unión de
visitantes y residentes, el icono de una ciudad que quiere continuar establecida,
justo allí, pese a las dificultades y avatares naturales e históricos.
El característico color naranja bermellón, incluso, es imitado en otras estructuras
de hierro.
La tarde comenzaba
avanzando hacia la bahía, el paseo marítimo, aparecían las islas de Alcatraz, antigua prisión, y la isla Ángel, reserva natural.
En Pier 39 la escultura de cangrejo gigante en el muelle de pescadores, Fisherman’s Wharf, daba pistas de la importancia del marisco en la ciudad de San Francisco.
De Ferry
Building, la antigua estación marítima reconvertida, partían embarcaciones turísticas que recorrían la bahía.
Pero sin duda, durante el paseo por el embarcadero, las plataformas flotantes eran el
centro de atención de muchos visitantes, porque allí vivían aproximadamente un centenar de lobos marinos,
por algo se establecerían aquí, un lugar perfecto para vivir, alimentarse o reproducirse.
La tarde caía y el extenso barrio de Chinatown a esas horas, recogía sus mercados y tiendas, muchas negocios con toda la familia en faena, también había espacio dedicado a templos en la barriada.
Muchas razones hacen de San Francisco una ciudad con sello único, algunos de los motivos que la hacen especial es su apertura, deportiva, multicultural, del futuro, digital, y especialmente que no olvidó su historia, teniéndola presente.
De ser en el siglo XIX antiguo poblado conocido como Yerba
Buena, a convertirse en poco tiempo en la atrayente ciudad de San francisco.
Enlace de interés: https://www.sf.gov/
viajarconrosana.blogspot.com
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