En el estado de Nevada, Las
Vegas, la ciudad de casinos, espectáculos, fiestas, salas de juegos, tenía sus
luces apagadas, bien entrada la madrugada, de esta forma aparecía mientras
llegaba conduciendo desde Los Ángeles.
Como viajera me gusta llegar a
las ciudades de día pero este viaje era distinto, estaba planificado para
aprovechar al máximo la estancia, y no quedó otra opción que llegar bien de noche
al destino, Las Vegas.
Sin luces artificiales, la ciudad lucía toda su esencia, sus formas, edificios, grandes hoteles, réplicas de estatuas, todo seguía conformando la auténtica capital Las Vegas.
La Estatua de la Libertad daba la bienvenida al girar en una de las calles más céntricas de la ciudad, en dirección al hotel.
Era el tiempo del descanso nocturno, reponer fuerzas para el día siguiente, para ver Las Vegas en su propio juego, repleta y resplandeciente de luces.
Al anochecer la ciudad brillaba, parecía resurgir, pero en el interior de las salas de juego, las máquinas y ruletas tenían su propio ritmo vital, entremezclado con las voces y gritos emocionados de los jugadores.
Las Vegas no paraba un instante su movimiento nocturno, aun con obras que también se hacían de noche, sin embargo, la capital del ocio ofreció variedad de actividades, desde museos, caminatas, senderismo, naturaleza.
El tirón económico de la Vegas es el turismo, pero la ciudad se adapta a los nuevos requerimientos de un futuro económico rápido y exigente.
Las Vegas me regaló el mejor recibimiento después de un largo viaje, deslumbró sin luces.
Las Vegas se transforma, cambia, ofreciendo posibilidades más allá de lo que pueda verse.
Enlace de interés: https://www.lasvegasnevada.gov/
viajarconrosana.blogspot.com
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